Casi al mismo tiempo, ocho autobuses con reos palestinos a bordo salieron de Israel hacia esa misma terminal de Rafah, aunque no entraron directamente en Gaza, sino que permanecieron del lado egipcio en espera de que Shalit pasase a manos del Ejército israelí.
Entrevista obligada. Antes de poder pisar suelo israelí, el soldado se vio obligado a ofrecer una entrevista a la televisión egipcia, que portavoces israelíes criticaron por lo que denominaron agresividad hacia el joven excautivo.
“Espero que esto sirva para conseguir la paz entre israelíes y palestinos”, dijo el soldado en su primera entrevista, en la que aseguró que estaría “muy contento” si liberasen a todos los presos.
Visiblemente pálido por años sin ver el sol y algo demacrado, Shalit dijo que temió “que podría seguir cautivo varios años más”, antes de que le llegase la noticia de su liberación “hace una semana”.
Tras ser entregado al Ejército israelí fue recibido por sus padres y el primer ministro Benjamín Netayanhu.
“Una de las misiones en la agenda de mi corazón era traer de regreso a casa a nuestro soldado capturado, sano y salvo. Hoy ese objetivo se ha cumplido”, declaró Netanyahu.
Euforia palestina. Casi al tiempo que Shalit pasó a manos del Ejército israelí, 293 presos palestinos entraron en Gaza a través del paso de Rafah, donde fueron recibidos por centenares de familiares, además de por el jefe del Gobierno de Hamas en la franja, Ismail Haniye.
En Ramala, otros 95 presos excarcelados fueron recibidos en la Mukata, la sede de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), por el presidente, Mahmud Abás.
Uno de los presos más antiguos, Fahri Barguti, que llevaba 34 años entre rejas, levantó los brazos en señal de victoria y gritó que éste era “el momento de la reconciliación”, mientras sus familiares le alzaban en hombros.
También Haniye habló en Gaza de unidad y destacó que el acuerdo de canje “ha servido para unir al pueblo palestino”.
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