martes, 30 de junio de 2015

En México, se permite el uso de plaguicidas altamente tóxicos, que han sido prohibidos en otros países.

Lo aplican a un cultivo de chile habanero, matando a cientos de abejas


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Los plaguicidas, insecticidas y todas aquellas sustancia fabricadas en laboratorios y usados para combatir las plagas de los cultivos, están matando todos los seres vivos que se encuentran a su paso, desde plantas, animales hasta los seres humanos. Es el caso de la comunidad de Hopelchén, al oriente de Campeche, donde la apicultura es una práctica ancestral que sobrevive a pesar de la deforestación y ahora la aplicación de plaguicidas altamente tóxicos en los cultivos, que en los últimos años ha matado a miles de abejas, informó el campesino Jorge Pech.

Estos químicos, que son vendidos a nivel comercial, son destinados a provocar un daño fisiológico y la muerte de un organismo vivo. “Los organismo vivos, que identificamos como plagas, nosotros compartimos mecanismos biológicos similares, y estos químicos también pueden causar daños a los seres humanos, incluso la muerte”, manifestó Fernando Bejarano, coordinador de RAPAM, A.C, Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas en México, durante el Foro de Análisis sobre el Uso de Plaguicidas en yucatán.

Los efectos de la plaguicidas usados en cultivos, pueden ser a corto plazo con síntomas como mareos, dolor de cabeza, calambres, hasta provocar la muerte. Algunas enfermedades pueden tardar varios años en presentarse, como lo la leucemia y otros tipos de cáncer. “Estos plaguicidas comúnmente provocan malformaciones, abortos espontáneos o alteraciones hormonales que podrían desarrollar en las personas otros tipos de cáncer, daños neurológicos y por supuesto daños ambientales”, refirió el coordinador de Rapam.

Estas sustancias, además de ser altamente tóxicas, pueden tardar muchos años en degradarse y permanecen en el ambiente varios años; incluso al degradarse pueden ser más tóxicos que el ingrediente original y otros se pueden acumular, quiere decir que la cantidad que se libera en el ambiente, se concentra en los tejidos de otros seres vivos, informó Bejarano.

El Hopelchén, por ejemplo, narró Jorge Pech, aplicaron plaguicidas a un cultivo de chile habanero, matando a cientos de abejas, sin que el empresario responsable de la fumigación y las entidades gubernamentales como La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) y el Ministerio Público, se hicieran responsables por la muerte de las abejas.

Esta situación ocurrió en mayo y abril, además en el 2013, la multinacional Monsanto asesinó a más de mil 500 abejas con la aplicación de agroquímicos en la fumigación de 2 mil hectáreas de cultivos de maíz transgénico, causando la muerte de las abejas polinizadoras para miel.


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