lunes, 8 de agosto de 2011

Guerra a los Zetas puede salpicar a toda Centroamérica.

Honduras y El Salvador refuerzan fronteras donde Colom decidió combatir al crimen organizado
* Sandino Asturias advierte: la represión militar trae más respuestas violentas y no soluciona el origen del conflicto
* Solución armada contra los narcos puede generar en Centroamérica un baño de sangre como en México.



Sandino Asturias, coordinador general del Centro de Estudios de Guatemala. LISANDRO ROQUE/END

Las acciones armadas del Ejército de Guatemala contra bastiones del narcotráfico en la norteña región de Alta Verapaz, han alertado a las fuerzas de seguridad de Centroamérica ante el posible desplazamiento de narcotraficantes a los vecinos países del istmo.

La decisión del presidente Álvaro Colom de declarar Estado de Sitio e intervenir militarmente el departamento de Alta Verapaz, bajo dominio narco desde hace años, activó las alarmas de los gobiernos de Honduras y El Salvador, que ayer activaron medidas de seguridad y vigilancia en sus fronteras, así como alertaron a sus aparatos de inteligencia.

Así lo informó el jefe de la Policía Internacional (Interpol) en Honduras, comisario Orlin Cerrato, quien recibió la alerta que se le envió a la Policía y a las Fuerzas Armadas de la región sobre las operaciones militares en la frontera guatemalteca con México, y las posibles fugas de elementos criminales al resto de la región.
Honduras refuerza fronteras

Honduras anunció que reforzó sus puestos de vigilancia en puntos considerados “como sectores de alta vulnerabilidad” en la fronteras con Guatemala y El Salvador, ante el anuncio de la posible fuga de miembros de la temida banda los Zetas a los países del triángulo norte centroamericano.

Guatemala mantiene el estado de sitio en el departamento de Alta Verapaz desde el domingo anterior, con el fin de combatir a Los Zetas, que controlan a sangre y fuego las actividades de narcotráfico y el crimen organizado, sobre todo el tráfico de droga procedente de Honduras y de Colombia.

Las acciones, según el gobierno de Guatemala, buscan desarticular la base logística de Los Zetas y otras bandas locales asociadas, asentadas desde hace años en la zona. En el combate han capturado a sospechosos mexicanos, han decomisado centenares de armas de fuego, medios de transporte, casas de seguridad y bodegas, pistas de aterrizajes y sistemas de comunicación.

Más de 300 policías fueron dados de baja y pasados a investigación, mientras nuevas autoridades de seguridad tomaron por asalto el control de la zona.

Cuidado nos salpican


Las acciones militares al frente de un problema de seguridad de mucha mayor amplitud, a criterio del analista Sandino Asturias Valenzuela, coordinador del Centro de Estudios de Guatemala, podrían resolver temporalmente el control del crimen organizado en algunas zonas de Guatemala, pero del mismo modo, podrían recrudecer las acciones violentas de los narcos en ese país y en otros del triángulo norte centroamericano.

De acuerdo con el análisis de Asturias, de visita en Nicaragua, el uso de políticas de “mano dura” contra fenómenos de narcoactividad cuyos orígenes se deben, entre muchas otras causas, a la ausencia del Estado en las zonas fronterizas con México, podría reproducir el fenómeno sangriento de las reacciones narcotraficantes a la guerra declarada por el presidente mexicano Felipe Calderón.

“Ahí se necesita, antes que políticas de incursiones militares y de acciones reactivas, políticas públicas con presencia democrática, para darle a la población las oportunidades y beneficios que todo Estado debe asumir, pero que en este caso, por ausencia del Estado, las han asumido los grupos de narcotraficantes”, dijo el experto, quien reconoció la fuerte presencia organizada de la mafia narco en la zona atacada por el Ejército de Guatemala.

Según Asturias, Guatemala corre el riesgo de recrudecer sus niveles internos de violencia, y expandirla a la región, a partir de usar la misma metodología que usó México para tratar de combatir a los narcos en la frontera norte con Estados Unidos.

“México apostó por usar al Ejército contra los narcos como una solución a los problemas de seguridad ciudadana. Ahora están perdiendo la guerra y han empeorado los niveles de violencia, lo cual indica que el uso de políticas de mano dura y acciones represivas, si no se acompañan de acciones de fortalecimiento democrático de las instituciones públicas, sólo pueden empeorar las cosas”, advirtió el especialista.

elnuevodiario

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